BUENOS AIRES.- “No es momento de deslindar responsabilidades. Yo como presidente me hago cargo de la mayor parte de lo que ocurrió. Se hizo un esfuerzo importante en materia de seguridad pero parece que nunca alcanza”. El último discurso del presidente de Boca, Daniel Angelici, ayer por la tarde, sitiaban las sensaciones que se viven en el mundo “xeneize”.
Boca quedó contra las cuerdas y no precisamente porque River le ganó en la cancha el pase a los cuartos de final de Libertadores, sino por el escándalo que podría dejar afuera al equipo de La Ribera tras haberse suspendido el partido el jueves por la agresión con gas pimienta a los jugadores de River. “Vamos a ser respetuosos con la decisión de la Conmebol y vamos a presentar nuestro descargo mañana (por hoy)”, agregó Angelici durante la conferencia de prensa. Boca intentará salvar lo que parece su inminente hundimiento en el torneo que, dicho sea de paso, con seguridad, tendrá un efecto rebote en lo económico.
Si queda afuera, se perderá de embolsar hasta 5,1 millones de dólares (si llegaba al título).
Pero el dinero no es todo. La imagen también suma. En el caso de los “boquenses” resta. La actitud del plantel de quedarse en la cancha lejos de River y después de saludar hacia la zona donde habían sido atacados sus colegas fue otra mancha. “Somos rehenes de esta situación, se dijeron estupideces, ahora que los muchachos se pongan bien”, había dicho Agustín Orion, quien juntó al rebaño e instó a saludar a los violentos. Pase lo que pase, parece que Boca ya perdió. Y por goleada. (Especial)